V


“Y súbitamente todo empezó a aclararse..." Chejov




-¿De quién es esto?- pregunte al improvisado barman meciendo la hoja en el aire.
-¿Qué?- respondió mal encarado el tipo- ah, eso... debe ser de Libardo, el gordo que esta dormitando allá-dijo señalando hacia el fondo, donde minutos antes yo había pateado a ese cerdo y le había el robado dinero que me tenía bebiendo. Sentía un poco de tranquilidad en mis labios y el vodka volvía suave y amistoso ese ambiente...
-ese cerdo ignorante que va escribir eso-dije desdeñando con las palabras entrecortadas y balbuceadas gracias al alcohol. No podía creer que ese animal grotesco pudiese hacer algo medianamente bien. Me habían enseñado a apreciar las artes, mi madre me inculcaba la poesía, aunque yo creo que ella no entendía nada de lo que leía “esto es de gente culta e intelectual” decía mientras me recitaba algunos poemas; para recitarlos tenia gracias... no lo puedo negar.
El barman me siguió mirando mientras limpiaba una jarra
-que mira- le dije con rabia
-¿va a tomar más o qué?- me respondió de una manera más agresiva
-sí, pero dígame lo que sepa de ese gordo- sirvió vodka en la copa. Algo se me tenía que ocurrir para vengarme de ese gordo
-¿y es que le gusta o qué?
-si me gusta! y que- dije con agresividad, el alcohol ayudaba, y el improvisado barman no le importaba nada siempre y cuando bebiera.
-haber...-dijo en un nuevo y aterciopelado tono que casi hace que me caiga de la silla- Este tipo lleva mucho tiempo en este bar. Hace mucho tiempo tuvo famita de poeta y tal.. Dicen los que saben que podía haber sido muy bueno.
Dirigí mi mirada burlona hacia el amasijo de carne y piel rota que yacía mas allá y que a mis ojos podría mas bien haber sido un electricista decente o un albañil mas que un potencial Mallarmé o Baudelaire.
-Este café fue tertuliadero de poetas y grandes hombres de la política. Gente importante!- comento exultante el camarero mientras señalaba con un amplio gesto del brazo el local oscuro donde estábamos. Pasee mi mirada incrédula por el local lóbrego con olor a orines y cubierto con una alfombra de aserrín y que distaba mucho de ser el parnaso o una cuna de artistas.
-Acá se reunían todos los duros! Pero luego se agravo la crisis y la violencia y fue cayendo de categoría hasta que termino siendo guarida ratas y de desempleados y de putas que atienden por unas pocas migajas y dan polvos de hambre -. Mierda, ahora lentamente se transforma esto en una arenga sobre las politicas sociales, lo que me faltaba aguantar de este viejo pedo! Trate de concentrar su atención en el poeta ebrio de la esquina que se revolcaba un poco y farfullaba palabras incomprensibles en su inconsciencia

-El famoso café Volga –Suspiro-. Mucho mal viviente, mucha puta, Mucha basura. Libardo sobresalía porque era un pobre miserable pero al menos había escrito cosas y gente elegante lo buscaba. Le compraban lo que escribía aunque muchas veces el no quisiera-. Me sirvió una nueva copa y tomo su segunda y continuo con su tono amistoso y confidencial. -A lo mejor le tocaba por el hambre y por la enfermedad de la vieja. En fin, Libardo cometió el error que cometemos todos alguna vez y se enamoro de una mujer muy fina y elegante y empezó a escribirle unos poemas largos y complicados mientras se hacia cada vez mas descuidado. Se fue volviendo raro, me entiende, y la gente empezó a burlarse de el, y este tipo mientras se fue consumiendo de amor y se fue olvidando de todo el mundo, hasta de su vieja que se moría de frio en una buhardilla no muy lejos de aquí. Un día en una de esas borracheras recibió el encargo de componer unos versos de amor para uno de los ricos filipichines que lo buscaban acá, hijo de uno de los jueces más importantes de toda la ciudad, pero un huevon con todas las ganas y más bruto que una mula. Todos lo conocían por sus conquistas entre las niñas bien y entre sus madres: las reputadas señoras de la alta-. En este punto corono lo que suponía un agudo comentario sociológico con un grotesco guiño que, sin embargo, me causo mucha gracia y me hizo reir a carcajadas. El sobresaliente poeta romántico ebrio de la esquina trataba de levantarse de su propio orín y baba. Parecía reír también con nosotros.
-Libardo en un ultimo momento se acordó de su vieja madre y vendió con rabia los poemas que había escrito con tanto esfuerzo y amor y que nunca había tenido las pelotas de mandar-. Tome mi copa y brinde imperceptiblemente con el camarero, sorprendido de su penetrante capacidad de análisis. Inmediatamente después Brinde conmigo mismo en el espejo de la barra, sorprendido de mi impresionante capacidad de ridiculez. la borrachera se me empezaba a salir jalada como a un musidrama. el cantinero abrio un par de botellas de cerveza.
- por curiosidades de la vida resulto que la mujer en cuestión era la misma que había enamorado a nuestro poeta y se entrego rendida al pisco rico este, encantada por los poemas que Libardo le había escrito sin atreverse a entregar y que de una u otra manera le llegaron a sus manos. Libardo quedo muy mal. Su mama murió un poco mas tarde ese mismo invierno. El pobre se volvió orate. Ahora vive de escribir poemitas y cartas de compromiso que cada vez son menos coherentes pero que la gente le compra mas por caridad o por curiosidad; alguna otra gente llega a veces de lejos y lo visitan, le compran algunos tragos. Se ha vuelto casi una atracción para turistas y por eso ya casi que vive aquí en la plaza y nos lo aguantamos. A veces encuentra un incauto como usted y le hace esas bromas que tanto disfrutamos los pocos de los viejos que quedamos en el café y conocemos el drama de su vida.- viejos bastardos, pensé. Habían observado todo lo que me había pasado y además lo habían disfrutado. recorde mis pestañas chamuscadas, el embarazoso incidente de la oficina, los gritos, el panico y los mareos: la infinita verguenza y desee asesinar a este maldito vejestorio pero creo que habia llenado mi cuota diaria de violencia explosiva y me encontre muy cansado. vi un poco de mierda o de sangre en mi pantalon.
El sobresaliente poeta romántico ebrio orate de la esquina, se había levantado sin que yo lo notara y ataviado ya con su sombrero de papel se acercaba y ganaba mi espalda, tense los puños esperando el inminente ataque y lentamente me gire hacia el con mirada en guardia. El me paso de largo sin reconocerme, perdido en los reflejos de las luces de plaza que ahora se empezaban a encender en el enorme espejo de la barra. –Whiskey- pidió.
Era casi de noche ahora. El camarero empezó los preparativos para los funcionarios alcohólicos que lentamente empezaban a emerger de sus mausoleos de hormigón y acero y me dejo solo con esta sombra con sombrero. Colgado de mi copa pude empezar a paladear mis pensamientos. Deje que mi mirada aleteara sobre la plaza y se uniera al vuelo de las campanas de la catedral que anunciaban que el tiempo seguía su marcha ineluctablemente. y tambien mi ira. Conté el resto del dinero que tenia, lo envolví en un pañuelo junto con el poema que había llamado mi atención y los deje en la barra con la recomendación de que fueran entregados a su dueño original.

-Casi lo matas y ahora cedes a esta debilidad patética de espíritu, tu cabronazo ¡Plétora de contradicciones! -
Ya habra lugar para la venganza luego.